El 7 de octubre de 2023, Eli Sharabi, de 52 años, fue secuestrado por Hamas en Gaza y se convirtió en rehén. En ese momento, su última palabra para su esposa e hija fue: “No importa lo que me hagan, volveré”. Después de casi 500 días, finalmente fue liberado el 8 de febrero y estaba ansioso por saber si su familia, de la que había estado separado por tanto tiempo, lo estaba esperando. Sin embargo, recibió la devastadora noticia de que su esposa y sus dos hijas habían fallecido.
Eli había sido un hombre fuerte y valiente, pero esta noticia lo dejó destrozado. Durante todo el tiempo que estuvo en cautiverio, su única esperanza y motivación para sobrevivir era volver a casa con su familia. Pero ahora, esa esperanza se había desvanecido y su corazón estaba lleno de dolor y tristeza.
Recordaba claramente el día en que fue secuestrado. Estaba en su lugar de trabajo en Israel cuando un grupo de hombres armados lo sacó a la fuerza y lo llevó a Gaza. Desde ese momento, su vida se convirtió en una pesadilla. Fue sometido a torturas y maltratos constantes, y siempre estaba en peligro de perder la vida.
Pero a pesar de todo, Eli nunca perdió la fe y la determinación de volver a casa. Cada día, se aferraba a la promesa que le había hecho a su esposa e hija, y eso lo mantenía con vida. Aunque estaba lejos de su familia, siempre los llevaba en su corazón y rezaba por su seguridad y bienestar.
Finalmente, después de casi 500 días, su liberación llegó. Fue recibido por una multitud de personas que lo esperaban en el aeropuerto, ansiosos por verlo y abrazarlo. Pero su alegría se convirtió en tristeza cuando le dieron la noticia de que su familia ya no estaba con él.
Eli se sintió abrumado por la tristeza y la culpa. Se preguntaba si había hecho lo suficiente para proteger a su familia, si había sido lo suficientemente fuerte para sobrevivir y volver a casa con ellos. Pero luego recordó sus últimas palabras antes de ser secuestrado: “No importa lo que me hagan, volveré”. Y eso lo hizo darse cuenta de que no había nada que pudiera haber hecho para evitar esta tragedia.
A pesar de la terrible pérdida, Eli decidió seguir adelante y honrar la memoria de su esposa e hijas. Sabía que eso es lo que ellas hubieran querido. Se convirtió en un símbolo de esperanza y fortaleza para su comunidad y para todos aquellos que habían sufrido pérdidas similares.
Hoy, Eli sigue recordando a su familia con amor y cariño. Aunque ya no están físicamente con él, siempre estarán en su corazón y en sus recuerdos. Y su promesa de volver a casa se ha cumplido, aunque de una manera diferente a la que él había imaginado.
La historia de Eli es una prueba del poder del amor y la determinación. A pesar de las circunstancias más difíciles, nunca debemos perder la esperanza y siempre debemos aferrarnos a nuestras promesas y creencias. Porque, como dijo Eli, “no importa lo que nos hagan, siempre podemos volver a casa”.